El cerimán o costilla de Adán, como es conocida en España, se halla naturalizada como planta de interior, al no soportar la excesiva luminosidad ni las heladas. No obstante, con la protección de una sombra proporcionada por árboles, puede encontrarse en jardines exteriores extendiéndose a modo de “praderas” o trepando por los mismo árboles que les proporcionan sombra. En ambos casos, plantas más adaptadas al clima mediterráneo sirven como “arquitecturas de aclimatación” para que las costillas de Adán prosperen bajo su sombra.

Esta espectacular trepadora de raíces aéreas crece de manera natural en las zonas más oscuras de los bosques tropicales de América Central y se caracteriza, fundamentalmente, por la atípica distribución de vacíos y horadaciones en sus anchas hojas. Esta peculiaridad, o quizá sus enormes frutos, considerados exquisitos y sagrados por algunas culturas de la América precolombina, propiciaron que el botánico Michel Adanson (1727-1806) la rebautizara con el nombre científico Monstera deliciosa, el monstruo delicioso. Adanson visitó y exploró las Canarias a mediados del XVIII, donde quedó asombrado por la abundancia y variedad de cultivos de estas afortunadas islas.